sábado, 17 de marzo de 2012

EL LENGUAJE DE LOS CLAUSTROS

"La mente humana", explica el antropólogo estructuralista Lévi-Strauss, "se halla prisionera de un código secreto que se encuentra encerrado en su inconsciente y que concuerda muy poco con la realidad consciente. Al igual que existe un orden físico restablecido que se refleja en el comportamiento del átomo y en la órbita de las estrellas, debe existir también un orden dentro de la mente del hombre". Para Lévi-Strauss la comunicación es la base de toda sociedad, pero el lenguaje verbal resulta insuficiente cara expresar ese deseo de orden. Por eso, el hombre, a través de la música y la simbología, busca la clave del código.

Las columnas de los claustros románicos, con sus capiteles poblados de animales míticos y figuras fantásticas, constituyen verdaderos libros de piedra, cuyo significado yace oculto bajo el ritmo de sus esculturas. Ese ritmo no sólo relata la historia de un milagro o de un acontecimiento bíblico; en la mayoría de los casos va mucho más lejos. Llega, incluso, hasta encerrar una sinfonía musical completa que, a su vez, se relaciona con colores, mitos, números, planetas, costumbres y demás significaciones simbólicas. Los claustros son, por sí solos, todo un universo al que únicamente tiene acceso aquel que sea capaz de descifrarlos.

Esa búsqueda de la que habla Leví-Strauss, junto con un deseo de comunicación, impulsaron al artista del Medioevo a realizar obras llenas de un significado que escapa a la mayoría de los hombres de hoy. Estos, cada vez más materialistas y especializados, se limitan a admirar el arte de unos seres que, por el contrario perseguían una síntesis entre lo material y lo espiritual. El mensaje, incomprendido, se ha transmitido a través de las catedrales góticas, los cánticos gregorianos y el mundo románico.

'Cuando, por primera vez, visité el monasterio de Nuestra Señora de Ripoll", relata el profesor alemán Marius Schneider, escritor y musicólogo, "quedé muy sorprendido a la vista de los anímales esculpidos en los capiteles del claustro. Su extraño ritmo de sucesión me recordó una antigua teoría hindú perteneciente al siglo XIII, en la que se identificaban ciertos animales con determinados sonidos musicales. Me ratifiqué en la idea al contemplar el claustro de la catedral de Gerona, construido en el siglo XI, y el de San Cugat del Vallés, que data del Xll". El profesor Schneider, después de numerosos estudios e investigaciones, demostró que los animales pertenecientes a los capiteles románicos de los claustros citados eran la representación simbólica de notas musicales; las cuales, a su vez, mantenían una correlación rítmica con planetas, números, sentidos corporales, colores y toda clase de categorías temporales e ideológicas.

De esta manera, al sonido Fa correspondía el elemento fuego, que simboliza, a su vez, a los cabellos; su color era el rojo; su signo del Zodíaco, Leo; sus astros, el Sol y la Luna nueva. Su día de la semana resultaba ser el domingo; sus personajes equivalentes, los médicos y mártires. Los símbolos que lo representaban eran el círculo, la espada, el relámpago, el bastón y el óvalo. En cuanto a los animales, se reflejaba en el león, la araña, el dragón, la serpiente, el jaguar, el gallo y el pez de fuego.

El sonido Do enlazaba el elemento fuego con el aire (cabellos, plumas, metales) lo que supone una transición entre el sonido anterior, Fa, y el siguiente, Sol. Sus colores eran el rojo y el amarillo, de los que se obtiene el naranja; los signos zodiacales, Aries, Cáncer y Géminis; el planeta, Marte; astro, la Luna creciente. Los sentidos corporales correspondían a la vista y al olfato; los números al 2, 11 y 12; día, al jueves. Los personajes eran héroes, reyes y profetas; los símbolos, la mandorla, el hacha doble, la puerta, la pareja, la escalera, el arco, la espiral, la letra S, el árbol quemado y el cuello. Los animales que representaba eran elefantes, toros alados, caballos, águilas, cabras, palomas, cisnes, caracoles, carneros, lobos y ciervos.
La nota Sol ostentaba como elemento el aire (metal, plumas, canto, silbido); su color correspondía al amarillo; signo, Escorpión; astro, la Luna creciente; sentido, el olfato. Su número era el 3; día de la semana, viernes; los personajes, en esta ocasión, pertenecían a la categoría celestial. Sus símbolos eran triángulos de vértices aplastados y martillos; los animales, todas las aves pequeñas y, también, la serpiente alada y la oca.
El sonido Re volvía a constituir un enlace entre la nota anterior y la que le seguía. La tierra y el aire (madera y metal) constituían sus elementos; su signo del Zodíaco era Libra; astro, la Luna creciente; sentido corporal, el gusto; números, 4 y 5. El día correspondía al sábado; los personajes equivalentes eran ángeles, niños, hombres y sabios; los símbolos, todas las formas cónicas y rectangulares y, además, el plano inclinado, el corazón, la rueda, el escudo, el lago y la cresta del pavo real. El grupo animal estaba constituido por dragones verdes, pavos reales, ballenas, abubillas, pájaros carpinteros, cigüeñas, golondrinas y gorriones.

La nota La representaba a la tierra. Su color era el verde; su signo, Virgo; su planeta, Venus; astro, la Luna llena. El sentido corporal pertenecía al tacto; los números eran el 5 y el 6; su día de la semana, el miércoles. Esta nota simbolizaba a las mujeres y a los cazadores. A su vez, tenía como símbolos a la piel, el huevo, el pote y el óvalo atravesado por el eje Fa-La. Los animales eran ruiseñores, lagartijas y cocodrilos o serpientes terrestres.

Mi enlazaba las notas La y Si. Eran, por tanto, sus elementos la tierra y el agua, sus colores el verde y el azul, que producen el violeta. Como signo tenía a Tauro; como planeta a Saturno; como astro a la Luna menguante. Los sentidos correspondientes eran el tacto y el oído; día semanal, martes; personajes, sacerdotes y pastores. Los símbolos que ostentaba, el trapecio, la maza, el martillo, el yugo, el arco, la coraza, el ombligo y el vientre. En el grupo animal se encontraban la vaca, la oveja, la tortuga, el búfalo, el león y el sapo.

La última nota, Si, tenía como elemento el agua (escamas). Su color era azul noche; signo zodiacal, Piscis; astro, Luna menguante; sentido, el oído; número, 8. Los personajes representados eran santos, ascetas, pescadores y músicos. Sus símbolos, el triángulo de vértice hacia abajo, los órganos genitales y el bambú. Los animales, peces, garzas, serpientes de agua y arañas acuáticas.

El profesor Schneider siguió fielmente estas analogías y encontró que, empezando por el pilar de la columna número uno y sustituyendo ordenadamente cada animal por la nota musical que le correspondía, se obtenía la obtención de un himno religioso. El de la catedral de Gerona estaba dedicado a la Virgen María; el de San Cugat del Vallés, que aún no había sido hallado cuando Schneider lo descifró, resultó ser un cántico en honor de San Cucufate, patrón del monasterio. Curiosamente, algún tiempo después, entre los documentos sin clasificar de su archivo, se encontró un himno junto a su correspondiente partitura musical que databa del siglo XII y coincidía, exactamente, con todo lo expuesto por el profesor alemán.
Sin embargo, ¿qué ocurría con el monasterio de Ripoll, desencadenante de estos hallazgos? El principal problema residía en que el número de animales esculpidos en sus capiteles era inferior al de los otros claustros y, por consiguiente, el ritmo musical a que estaba sujeto era mucho más difícil de determinar. El profesor Schneider, sin darse por vencido, continuó con sus investigaciones. "Los tres claustros'; explicó luego, "encierran de manera simbólica el curso del año y, por analogía, el ciclo de la vida humana. El simbolismo de Nuestra Señora de Ripoll no descansa sólo en una base musical, sino que constituye, asimismo, la representación de una curación. Lo que supone un ejemplo de arte románico único
en el mundo, tanto por su significado como por su antigüedad". El monasterio de Ripoll, fundado por Wifredo el Velloso en el año 879, ha tenido una enorme importancia desde el momento mismo de su creación. En primer lugar, por su enclave estratégico en pleno Pirineo catalán, rodeado de riscos y de valles, que le protegieron en aquellos difíciles tiempos de la Reconquista. Fue, además, cuna de la independencia del principado y foco cultural de la increíble comarca del Ripollés, que creció y se desarrolló bajo su influencia y protección; sobre todo, en época del famoso abad Oliva, quién, fiel seguidor de la reforma de Cluny, fomentó el comercio y el intercambio cultural con los otros cenobios del siglo XI. Bajo su dirección, monjes y eruditos se reunían en la biblioteca, en cuyo famoso scriptorium se realizaban magníficas copias de manuscritos dispersos y olvidados.

La maravillosa portada románica del siglo XII está presidida por la escultura de un Cristo en Majestad. El resto de las figuras representan la íntima relación entre las visiones del profeta Daniel y el sueño del Apocalipsis de San Juan. Ante estos relieves, los alumnos de los monjes benedictinos de Ripoll aprendieron, de viva 'voz, las lecciones bíblicas. Al llegar al doble claustro trapezoidal del siglo XII aparece un bosque de columnas que encierra, simbólicamente, uno de los conceptos fundamentales de la época medieval: el significado de la enfermedad.

"El tema central", expone Marius Schneider, "se basa en una antigua creencia de las culturas semíticas, según la cual la enfermedad es una impureza moral que aparta a quien la sufre de la divinidad y le hace merecedor de un castigo. El pecado, por tanto, constituye una falta de salud y su remisión va emparejada a la curación y la convalecencia. Los asirios, concretamente, creían que el hombre podía pecar sin darse cuenta ni desearlo, idea que puede constituir el antecedente del inconsciente colectivo de Jung". Por esta causa, cada cultura utilizaba un determinado tratamiento a base de plegarias, sacrificios, ofrendas e, incluso, exorcismos a fin de librarse de la impureza moral y, sobre todo, de su consecuencia inmediata, la enfermedad.
La historia que se cuenta en el claustro del monasterio de Ripoll, arranca, según Schneider, de la columna 33, en cuyo capitel se ve a un hombre en un lecho mortuorio acompañado de dos sirenas que, con su llanto, le arrastran hacia un mundo subterráneo. La columna 34 que, además, representa al uno de noviembre, día de los difuntos, muestra el cuerpo del enfermo entrando en la boca de un caimán, mientras un águila marina parece amparar su alma.

Los cuatro lados del capitel 35 tienen esculpidas dos caras y dos dorsos. La aparición de un dorso significaba una marcha o partida; en caso de enfermedad, se presentaba la espalda al médico para que trazase una cruz, ya que los espíritus de la muerte solían atacar a sus víctimas por detrás. En la columna 40, un caballo medicinal conduce al enfermo hasta la montaña a través del purgatorio. Delante de él aparece un hombre con un instrumento que puede parecer tanto un arco como un arpa.
Cuando el enfermo entra en el mar de llamas del interior de la montaña se encuentra a San Pedro y San Pablo con la espada, que simboliza la nota Fa. Entre los capiteles 44 y 45 se inicia el descenso de la montaña, indicado por la posición invertida de los animales de los relieves. Entre las columnas 44 y 57 una serie de animales fantásticos indican el mar de llamas: dragones, leones, águilas marinas y sirenas de dos colas simbolizan el sol nocturno saliendo del fuego. A igual distancia del Sol, en los capiteles 47 y 57, se ve al profeta Daniel en la fosa de los leones. Los ángeles de los capiteles 51 y 53 forman un corro, que corresponde al mar de llamas y a la nota Fa. Un segundo corro está compuesto por el grupo de mujeres de
la columna 22, que simbolizan la puesta de sol, y las muchachas del capitel 24, que equivalen a la convalecencia y abarcan el área del valle y la montaña. La línea Fa-La indica el fuego purificador y también el fuego erótico, que corresponde al período comprendido entre febrero y agosto, en el que se encuentra la danza de espadas.

El sonido Fa representa la salida del Sol, símbolo del fuego del purgatorio. El Sol atraviesa la puerta de la columna 49, formada por dos leones con una cabeza común; entra en el carro de los ángeles del purgatorio hacia las seis o siete de la mañana y, cuando se pone, se encuentra a la altura de la columna 22, donde se halla el corro de mujeres. Se oculta definitivamente tras las muchachas del capitel número 24. La columna 23 representa su ocaso y se dice que el diablo asoma por ella hacia las seis o siete de la tarde.

La columna 52 representa otra vez al Sol y ha sido interpretada como un naufragio. Aparecen unos hombres metidos en el agua hasta la cintura. Estos figurán ser enfermos o penitentes que se sumergen en el mar de llamas para purificarse de sus males. La columna 53 es la más difícil de comprender: unos hombres, con las piernas separadas y las manos unidas bajo el vientre, parecen estar ligados por una soga. ¿Serán pecadores o condenados? No se sabe con certeza, pero en los bailes de espadas de Lifú, relacionados con ritos medicinales, se ven figuras en actitudes idénticas a éstas.
Los animales de los capiteles comprendidos entre las columnas 54 y 65 son grifones y pájaros con cota de serpiente, que simbolizan a la primavera e indican la proximidad de la cima de la montaña. Al acercarse el mes de mayo el enfermo se encamina hacia la zona de los médicos. 
Se encuentra con San Jorge, el dragón y la princesa; sostiene una lucha contra el dragón y las sirenas que se agarran a su barco para hundirlo (columna 6); mientras es ayudado por los médicosbufones de las columnas séptima y octava, que corresponden al doble signo de Géminis. Estas dos columnas representan la batalla de la danza de espadas, en la cual el enfermo pasa un momento crítico durante el primer cuarto creciente de la Luna de primavera. El paciente lleva en cada mano un espejo. En él se miran las sirenas mientras intentan hacer zozobrar la nave para que el enfermo se caiga en el lago del dragón. La historia acaba con el capitel que simboliza el sacrificio que ofrecen los padres del convaleciente al finalizar la curación. En él está representada la Luna que, a su vez, simboliza el dieciocho de octubre, día de San Lucas, médico.

Todos los complicados símbolos y analogías de la narración están conectados con las imágenes arquetípicas de Jung. Algunos se reconocen fácilmente: la lucha con el dragón, símbolo del mal; la intervención de las sirenas, que son tentaciones; el bien, encarnado por los-ángeles que acuden a ayudar al enfermo-pecador... El relato constituye el ciclo de una vida, al final del cual el bien sale triunfante de todos los problemas que le salen al paso.

Tanto el claustro del monasterio de Ripoll como el de San Cugat o el de la catedral de Gerona indican la importancia metafísica y religiosa que la música tenía en la España de la Edad Media, así como la comprensión simbólica de los hombres de entonces. En la actualidad, la mayoría de los seres humanos se atienen a lo que pueden ver y tocar sin profundizar en los temas. Sin embargo, los secretos del pasado esperan ser descifrados para que el hombre pueda comprender realmente quién es y adonde va...



Bibliografía:


Leví-Strauss, Claude Regarder, écouter, lire (Mirar, escuchar, leer), 1993
Schneider, Marius El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y la escultura antiguas: ensayo histórico-etnográfico sobre la subestructura totemística y megalítica de las altas culturas y su supervivencia en el folklore español. 1998
http://www.davinci-systems.es/ripoll/ripollcl.htm 

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