jueves, 4 de agosto de 2011

¿CÓMO ERA EUROPA EN EL SIGLO VII?

Europa. Hoy conocemos más o menos su significado y su geografía, pero ¿cómo era en el siglo VII? En el siglo VII Europa estaba limitada por su población y por su naturaleza: una población de seiscientos mil habitantes en lo que hoy es Alemania, dos millones en la actual Francia (con una densidad de entre 2,4 y 5,5 habitantes por kilometro cuadrado), un ecosistema dominado por un espeso bosque y las grandes marismas, y el reino del mayor asesino de la historia, (el mosquito anófeles, propagador del paludismo).
¿cómo superar tantas adversidades? Primero se buscó el arbitrio de dos figuras de aquel tiempo, el héroe y el santo (a veces mezclados) capaces de luchar contra los monstruos que anidaban los pantanos y las tierras bajas, en especial el dragón, la representación del mal; luego las vidas de los eremitas y de los monjes se convirtieron en modelos a seguir y, finalmente, se articuló a los propietarios de tierras en unidades familiares como queda reflejado en las expresiones stirps, gens, sippe. La familia extensa fue el origen de la casa solariega.

Los señores de la casa solariega vivían de rentas, pero también de la venta de productos agrícolas,  aunque eso último les exigió contar con la iniciativa de los intermediarios que conocían las rutas comerciales y los mercados. La mejora de los campos de cultivo convirtió a los emporia en polos de desarrollo y en centros de distribución de las mercancías, el vino en primer término. Esos factores contribuyeron al desarrollo de la economía que, en poco tiempo, convirtió a los propietarios de las tierras en una nobleza de estirpe y espada. Los más avezados se acercaron al trono y ligaron su suerte a la amistad del rey.
Me preguntará el Dr.Niemintz ¿cómo conocemos esta información? Por suerte, se ha investigado el ritmo de la economía, el uso de la moneda de oro, el besante bizantino (el euro de la época) y el dinar árabe, como también hay excelentes investigaciones sobre el valor de la guerra, la diplomacia, la literatura, el arte, las reformas sociales  o las leyendas. En pocas palabras, se ha construido un gran contexto que ha permitido interpretar las cartas depositadas en la geniza del Cairo, un almacén en la sinagoga de Ben Ezra, protegido por a sequedad ambiental. En esas cartas, unos personajes expresan sus deseos de formar sociedades comerciales contratando agentes para que los representen en el extranjero. Se trata de las primeras evidencias sobre la importancia de la reputación, el arbitraje y la confianza en el desarrollo de la vida mercantil, unos rasgos que caracterizarán la vida europea durante siglos hasta alcanzar lo que Max Weber llamó espíritu capitalista.
Las comunidades judías que vemos en la documentación de la geniza pusieron la vida mercantil en el camino de la explotación de las materias primas y de la aplicación de nuevas habilidades en el mundo de los negocios. Conocemos el nombre de alguna de esas materias, que actuaron en esos años como el petróleo o el gas hoy en día, la seda, el oro, la pimienta, la lana merina, el pescado; también conocemos las habilidades utilizadas para afianzar las redes del sistema mundial de comercio que estaban a punto de una fractura de impredecibles consecuencias: el uso de la numeración arábiga y no romana en la contabilidad, la selección de función del mérito, la división del trabajo, punto de partida del sistema de putting-out, el valor de la productividad como principal objetivo, el respeto por el trabajo manual, el papel concedido al mercado y la noción de empresa.
Europa se hizo fuerte gracias a estas medidas, ya que fue capaz de fijar un modelo de conducta que le permitió integrar a los nuevos pueblos nómadas, los escandinavos y los magiares.

BIBLIOGRAFÍA:
Herns H. Gombrich, Breve historia del mundo. Península 1999
José Enrique Ruiz-Domènec, Europa, las claves de su historia. RBA 2010
S. Stephen Jaeger, The origins of Courtliness. University of Pensilvania Press 1985 

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