martes, 12 de julio de 2011

ESCENOGRAFÍA PARA UNA HISTORIA



Cuando hablamos hoy en día de Europa lo hacemos desde una óptica anacrónica que distorsiona el pasado del continente. Tendemos a pensar que Europa es el espacio geográfico y político que va desde Portugal a las fronteras rusas y de Escandinavia a Sicilia, sin embargo, olvidamos que durante 200 años Jerusalén fue Europa y hasta el siglo XX la mayoría de los países considerados el motor de Europa ni siquiera existía como realidad política.
Durante el Medievo Europa fue una entelequia creada por la iglesia para hacer frente al mundo islámico. El arte europeo románico y gótico es la expresión del misticismo que pretende representar el Reino de los Cielos en la tierra pero el auge de las ciudades estado traerá otro tipo de arte en el que la escenografía cobrará relevancia frente a la metáfora. asistiremos al nacimiento del paisaje.
  El paisaje construyó Europa, pero, si recuerdo bien a T.S. Eliot, no debemos entender por paisaje los campos que rodean una ciudad, ni el río en cuanto frontera, vía comercial o problema para constructores de puentes, tampoco las montañas y las estepas de los pastores y las caravanas: el paisaje sólo existe cuando el hombre se torna hacia la naturaleza sin una finalidad práctica, en una contemplación libre y gozosa. Así  lo entendió Alexander von Humboldt, el último sabio, si exceptuamos a Darwin; también Rousseau, Schiller, Goethe y, entre los pintores, Turner y Friedrich. Pero ¿quién fue el primero en observar la naturaleza como un paisaje?
El concepto paisaje nació en Italia a mediados del siglo XIV y designó la necesidad de entender el mundo del primer humanismo. Francesco Petrarca, el poeta de Laura, al que Renan calificó de primer hombre moderno, fue quien más se acercó a esa idea: según él, la apreciación del paisaje es un hito en la formación de la cultura de la individualidad ; motivo por el cual en su Canzionere expuso la necesidad de preocuparse por el paisaje que rodea a un yo dañado. Para saber cómo llegó a esa conclusión conviene leer las epístolas familiares; me detengo en una de ellas (la remitida a Diogini da Borgo San Sepolcro), donde comenta su ascensión al monte Ventoux en la Provenza el día 26 de abril de 1335, que hizo para ver lo que podía ofrecerle tan grande elevación. Ridículo, genialidad, sentimiento, el caso es que señaló que estuvo a punto de haber perdido el alma admirando las cosas terrenales que contemplaba.
Viajar para cultivar el yo: una de las ideas que han construido Europa. La escisión entre el pasado y el futuro se determina en la subida al monte Ventoux. Luego todo fue más fácil. Refugiado en Vaucluse, empezó el poema con el que rivalizaría con Virgilio: una epopeya en latín, titula África, sobre la liberación de Italia tras la victoria de Escipión sobre Aníbal. Luego recibió dos invitaciones, una del Senado romano, otra de la Universidad de París, para que aceptara la corona de laurel del poeta. Lo hizo. La inmortalidad. Petrarca no temió esa palabra. Ésa fue su herencia.

La idea de la naturaleza como paisaje anida también en dos creaciones culturales realizadas en la misma época. Primera, en los frescos de Ambrogio Lorenzetti en la sala del Consejo cívico de Siena, donde se representaron las alegorías del Bien y del Mal Gobierno, una figuración persuasiva sobre el poder de las ciudades europeas. Segunda, en los cuentos de Boccaccio que forman el Decamerón. Esos relatos, de un promedio de seis páginas, tienen en común una descripción de paisajes pocas veces superado en la literatura europea. Pese a que las fuentes son diversas, cantare de gesta, fabliaux, folclore, constituyen un espejo de Europa pese a la caricatura y la exageración. Abrió el camino a los escritores que en el futuro buscaron el mapa de los sentimientos humanos, Chaucer, Rojas, Rabelais, Shakespeare, Molière, Lessing; es decir, a quienes se abrazaron al viejo dicho de que lo único que no aguanta el diablo es la risa.
Bibliografía.
Lauro Martines, Power and Imagination. City-States in Renassaince Italy
Colin Platt, King Death: The Black Death and Its Aftermath
Brian Fagan, La pequeña edad de hielo
José Enrique Ruiz-Domènec, Europa, las claves de su historia.
Martín Alvira Cabrer y Jorge Díaz Ibáñez (coords.) Medievo Utópico. Sueños, ideales y utopías en el imaginario medieval 

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